La tarde por el gélido país granadino de El Marquesado, tenía algo de corriente de aire por los ventanales abiertos, tenía colmillos de frío, tenía el ladrido de un perro cojo cautivo, me ofrecía poblachones accesibles y humildes, eneros centenarios, caserones agrarios abandonados.
La cara norte de Sierra Nevada como una locomotora gigante de otro milenio me aguardaba en no sé qué andén, poniéndolo todo perdido de humo, o bien una hiedra de nubes densas, oscuras, verticales, anticipan una intensa nevada… Nubarrones tiznados, grises y azules, a los que se les transparentaba un fondo blanco…
La tarde por el gélido país granadino de El Marquesado, ya venía con algo de mucha nieve sobre el picón de Jerez y un hombre quemaba unas matas, tenía algo de invierno ferroviario que me guiaba por el camino que lleva a las minas de Alquife y una cantera de ultratumba de portones del abandono, portones tras los que imaginaba que encontraría a Virgilio esperando al próximo Dante…